Friday, June 17, 2011

Este domingo es el día del Padre

Casi nunca tuve a mi padre cerca mientras estuvo vivo. Sin  embargo, sí hubo momentos, no demasiados, en que tuvimos alguna conexión.  Igual supongo que así hubiesen sido muchos tampoco hubieran sido suficientes. 

Recuerdo uno en particular de un día que viajé a Maracay quién sabe por qué razón.  Mis visitas siempre eran un tanto incómodas y consistían en: él sentado detrás de su escritorio haciendo algo y yo al otro lado sentado mirando su biblioteca de lejos mientras hablábamos de todo y de nada.  Sobretodo de nada.  Me preguntaba mi opinión de algunos temas y yo trataba de dar mi respuesta más honesta y sopesada; me preguntaba por mi familia, por mis tíos y tías, me echaba cuentos repetidos de cuando él tenía más trato con ellos; me contaba anécdotas de sus primeros años como piloto de la Fuerza Aérea,.  Anécdotas de algunas arrogancias geniales y a la vez tontas que hizo de joven, que mucho me acuerdan de mi hermano Jarzen.

A veces la visita se intercalaba con gente que venía a hacerle consultas por sus tesis a mi padre.  Mi papá hacía de tutor y además era profesor de una materia que no recuerdo bien. PERT-CPM, algo así. También había silencios en los que sólo se escuchaba su respiración tipo Darth Vader porque tenía la nariz medio jodida. Su cara siempre inmutable y sus exhalaciones a veces largas y profundas, otras veces cortas, seguidas de otras inhalaciones cortas también, de nuevo largas... Mi papá era más observador que hablador pero el sonido de su respiración, el ritmo, te daba idea de lo que estaba pensando, o al menos de su proceso de pensamiento, como si estuviese lentamente colando café.  Sólo que no era café sino su opinión lo que percolaba, con un cuento previo del cuál podías inferir tú mismo lo que él pensaba antes de que te lo dijera, si es que te lo decía.

En esa época yo tenía "problemas de faldas". Él me preguntó por mi novia, y yo que no compartía nada de lo que me pasaba con nadie, o al menos nada relevante, decidí confiarle algo de lo que me estaba pasando. Quién sabe por qué lo hice, quizás estaba muy aburrido y preocupado o hasta hipnotizado por el sonido de su respiración.  Esta vez su pausa para responder no fue tan larga y su respuesta fue mucho más directa.  La verdad no recuerdo mucho qué me dijo.  De hecho, ni siquiera recuerdo bien lo que le conté, pero sí me acuerdo de una frase que en ese momento fue una epifanía para mí.  No sólo me hizo ver desde otra perspectiva lo que me sucedía sino que entendí que él también estuvo en la misma situación que yo alguna vez y hasta más de una vez.  Que le había dedicado largo pensamiento al asunto y que había sacado sus propias conclusiones.  Me dijo: "es una subestimación".  Insisto, ahorita se me escapa de qué estábamos hablando en específico pero ese momento fue importante porque efectivamente me ayudó y aunque no me ayudó a resolver mi problema por completo, me dio una herramienta, otro punto de vista y un punto de encuentro real con él de los que sólo puedo contar con los dedos de las manos.

 

 

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